miércoles, octubre 10, 2007

Era yo todavía un chaval cuando me fasciné por esa película (que sigo considerando cojonuda) que es "Un lugar en el mundo". Venía el film de ganar la Concha de Oro (debe ser en el 91 o en el 92) y de esta manera conocí a Adolfo Aristaraín (tiene narices que un argentino gane un premio llamado "concha", considerada por aquellos lares la "parte externa del aparato genital femenino"). A pesar de esta fascinación, nunca fui amigo del todo de ese final "ardiente" (creo que era yo un joven izquierdista algo moña), pero no recuerdo ninguna polémica acerca de ello y es por eso que me resultó peculiar saber recientemente por Federico Luppi los problemas que hubo al respecto y su exclusión de los Oscar por ello.

La siguiente película de Aristaraín fue "La ley de la frontera", de nuevo con el inevitable Luppi, haciendo de bandido en algún lugar fronterizo entre España y Portugal a principios del siglo XX. Esperaba otra maravilla y me encontré con una discreta película de aventuras. Es curioso cómo varía la opinión de una película, según las expectativas que tengamos (a mí me ocurre frecuentemente, y me acaba de pasar en el último estreno del bueno de Cronenberg, cuyo comentario dejaré para otra ocasión).
Con "Martín Hache" obtuvo un gran éxito de crítica y el premio Goya al mejor director. Me parece una película fascinante en muchos aspectos, pero con un discurso excesivo que lastra algo el film (un defecto que se da, en mayor o menor medida, en toda la filmografía última de este hombre). La autobiografía parece rondar el guión de sus últimas películas (aunque desconozco absolutamente sus circusntancias personales, y obviamente no es asunto mío), y es en ésta donde me parece más evidente la continua mezcla de egolatría y algo de autocrítica (que será más o menos sincera). Creo que el film donde la cosa se desnivela definitivamente es en "Lugares comunes", donde resulta cansino el desencanto de un izquierdista sin referencia (o con ambigüedades que resultan irritantes, como es el caso de Cuba; y lo siento, pero yo pretendo ser cualquier cosa menos ambiguo). Su último trabajo, "Roma", homenaje a su madre ya presente en el título, sí me resulta sincero y conomovedor, con el retrato de un viejo cascarrabias mucho más interesante que aquellos que lagrimean por la "revolución que no pudo ser".

Recomiendo a todas luces dos thrillers suyos de los 80, aunque creo que son difíciles de encontrar: "Tiempo de revancha" y "Últimas horas de la víctima".

También el director de "Un lugar en el mundo" fue el responsable de una serie que me gustó mucho en mi adolescencia, la adaptación del literario detective Pepe Carvalho. Resulta peculiar e hilarante que Vázquez Montalban detestara la serie (creo recordar que utilizó calificativos irreproducibles y acusó al argentino de secuestrar los guiones que él mismo adaptó) hasta el punto de liquidar al director argentino en una aventura posterior del detective: "Asesinato en Prado del Rey y otras historias sórdidas".
El escritor catalán utilizó en la ficción el poco sutil nombre de Arturo Araquistain y el argentino no era el único objetivo de la mala uva del fallecido escritor.

Etiquetas:

0 comentarios:

Publicar un comentario

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]

<< Inicio