lunes, noviembre 12, 2007

No soy nada original si etiqueto de "inclasificable" a Gonzalo Suárez. Hace bastantes años, en la época en que se estrenó su película "El detective y la muerte", compartí con su encantadora hija Elsa -creo que ahora trabaja en el sector, en cuestiones artísticas- un curso de cine en la academia Metrópolis de Madrid.
No comulgo totalmente con el cine de este hombre, pero su personalidad, talento y su interés literario hacen que siempre se encuentre cosas interesantes en su obra. La línea de diálogo, referida a la estupenda Charo López en la película antes mencionada, está ya en mi memoria para siempre: "El tiempo se acuesta contigo, pero no acaba de joderte".

Este año conocí la mágica -y también muy carca- ciudad de Oviedo, y tuve oportunidad de ver en el Teatro Filarmónica una adaptación de La Regenta que realizó Suárez en el año 74. Miento. Como bien señaló un entusiasta tipo en la introducción -creo que era un alto cargo de la filmóteca-, la película se inspiraba en algunos personajes de la obra de Clarín, ya que es imposible y poco recomendable cinematográficamente adaptar al pie de letra una voluminosa obra literaria -también aprovechó para poner a parir la, según él, plúmbea adaptación televisiva de Méndez Leite-.
Me resultó interesante la película protagonizada por Emma Penella y Keith Baxter, aunque se me escapa la calificación de "obra maestra" que hizo el mencionado sujeto, que recordó también la ceguera de la crítica y el ninguneo a que se sometió en su momento a dicha obra -no creo que ayudara demasiado, por muy sutil que fuera, la visión que se da de la hipócrita Iglesia Católica en una ciudad represiva y decimonónica-. La película no entraba en el morbo explícito y utilizaba alguna que otra hábil metáfora sexual para señalar la obsesión de El Magistral por la mujer de el regente.

Ahora, el propio Gonzalo Suárez utiliza a los actores de la ulterior versión televisiva -cosa cuanto menos curiosa, y una vuelta de tuerca en el uso del metalenguaje; también resulta peculiar y triste que se haga en el año en que fallece Emma Penella- para realizar una, ¡como no!, inclasificable película, vagamente inspirada en un relato de Stephen Zweig y que toma como excusa la llegada de una estereotipada compañía teatral a Oviedo -que recupera su auténtico nombre, aunque si se utilizara el de Vetusta hubiera aumentado el tono mágico que parece querer imprimir- para representar una imposible adaptación a la escena teatral de La Regenta.

La película gustó mucho en su pase en la reciente edición de la Seminci, especialmente al público que aplaudió mucho el tono de comedia poco habitual en la obra del autor. No comulgué mucho yo con el humor tipo vodevil ni con algunos toques "literarios" y "mágicos" bastante irritantes; salva algo la función un siempre sólido Carmelo Gómez y algunas muestras de talento en un gamberro guión que, como bien advierte una cita de Mark Twain al comienzo, juega a la confusión y a no buscar referencias ni profundas lecturas.

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