lunes, marzo 31, 2008

Vaya sorpresa, no había leído la crítica de Boyero a La noche es nuestra. A pesar de sus excesos -o quizá por ellos-, es un fulano con el que disfruto mucho por su personal y devastador estilo literario y con el que suelo coincidir en cuanto a gustos cinematográficos. Entre las muchas virtudes que cree ver en la película de James Gray se encuentra la condición de cine de autor de inmejorable calidad -"tensión de altura, clima tan negro como creíble, fatalismo, aroma bíblico"- y, además, considera el resto de la corta filmografía de este hombre a la misma altura. Pues muy bien, me parece estupendo que considere a Grey digno heredero de aquella generación que cambió Hollywood en los años 70, y que retrata inmejorablemente Peter Beskind en su jugoso libro Moteros tranquilos, toros salvajes. Sin embargo, lo de que el final de La noche es nuestra "indignará al progresismo miope" me parece, Carlos, que es jugar demasiado con la retórica. Ni el guión de la película ni Phoenix me transmiten esa asfixia por la tradición impuesta y por una moral rígida, yo lo que veo es maniqueísmo por doquier, y lo de que el personaje "coquetea con el lado oscuro" da más risa que otra cosa. Insisto en que me esfuerzo por ver más allá de la superficie, pero o bien el director lo ha hecho muy mal o no existen esas dobles intenciones -o, lo que yo sostengo, ambas cosas-. Boyero suele aludir a que detesta el cine con mensaje. Otro recurso estilístico, amigo Carlos, el cine y cualquier otro arte narrativo transmite ideas y hablar de cine con o sin mensaje es una falacia. Creo que las ideas presentes en La noche es nuestra son maniqueas, conservadoras y moralistas, y me atrevo a decirlo así, ello al margen de su calidad cinematográfica. Por otra parte, soy un gran amigo de la ironía y del doble sentido. Aprecié mucho una película como Starship Troopers, que muchos consideraron militarista, y que es justo lo contrario al situar a unos personajes desintelectualizados en un contexto fascista. Esta adaptación de la novela de Robert A. Heinlein se atrevía a dar la vuelta a las intenciones de este escritor, aunque quizá la crítica antimilitarista ya se encontraba en el material literario, pero desprovisto de distanciamiento irónico como también le pasa a la reciente 300. Algo así me ocurre en un film como El sargento de hierro, que algunos vieron como una dura visión de la vida militar, optando por el camino de exponer lo que hacen los militares -pero que algunos descerebrados jalearán desde el patio de butacas-. Viniendo del Eastwood director me lo creo. Pues lo dicho, que en La noche es nuestra no me lo creo. Debo ser un obtuso proguesista.

2 comentarios:

A las 6:47 p. m. , Anonymous Anónimo ha dicho...

Pues yo también estaba totalmente de acuerdo contigo hasta hace unos minutos. Tampoco era capaz de ver ninguna crítica al sistema en un guión tan pueril y burdo, sintiéndome parte de esos “progresistas miopes” y partiéndome el culo (perdón por la expresión) ante los “devaneos de Phoenix con el mal”, que más bien se ven como pardilladas de tamaño descomunal. Pero, mientras escribía mi comentario con la idea de darte la razón y apoyar tus dos estupendos artículos sobre esta peli, de repente, he creído comprender (sólo creído, pues la certeza absoluta es sólo privilegio de ignorantes –por más que yo lo sea bastante, por otro lado- y de creyentes religiosos –que no soy en absoluto-) y, debo decirlo, gracias a tu comentario anterior sobre Clandestinos, que precisamente en ese planteamiento pueril y exagerado, en esa idea del hijo pródigo que no deja de ser “bueno” en ningún momento, por más que se “codee con el mal” y que es lo menos vicioso que se ha visto en pantalla (¿no te parece la relación con su novia excesivamente puritana?), en esos polis tan tontos y cobardes (el padre se va de la lengua delante del malísimo, el hijo mira con ansia la mesa del despacho tras el atentado…), en esa vuelta al redil tan poco creíble que culmina con la inaceptable moraleja de que sólo quien está dentro del sistema (capitalista, por supuesto, neocon para más señas) está autorizado a saltarse las reglas y tomar venganza... tal vez, después de todo, el iluminado Boyero tenga razón una vez más. No sé… no acabo de decidirme. Por tanto, dejo el debate abierto. Un abrazo y gracias por tu más que interesante blog.

 
A las 7:26 p. m. , Anonymous Anónimo ha dicho...

Ah, mi miope amigo Vidal, "progre" se salón, seudocinéfilo, remedo de crítico, ¡cuánta razón tiene ese lúcido (o lúcida) "anónimo"! Demasiado benévolo (o benévola) es con tu incalificable blog. Has sido incapaz de apreciar a un heredero de Scorsese, y encima vociferas por el mensaje reaccionario de un gran film. Serías incapaz de reconocer el buen cine aunque chocaras con él. Hasta nunca, mi torpe Capi, y dedícate a escribir de otra cosa. A mí, por lo menos, me pagan.

 

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