martes, abril 08, 2008

Cine de altura el de la directora y escritora Tamara Jenkins con La familia Savages (o The Savages). Los títulos de credito finales informan de que Alexander Payne es uno de los productores ejecutivos y entiendo que la película que acabo de contemplar tiene mucho que ver con el universo del genial autor de películas irreverentes y corrosivas, pero también profundamente humanas, como Election, A propósito de Schmidt o Entre copas. Una premisa argumental tan sencilla como la de dos hermanos que deben ocuparse de un padre envejecido, al que parecen deber multitud de traumas, cobra mágica vida en la gran pantalla gracias al delicioso guión de Jenkins, lleno de un humor negro y extraño, y a grandes actores como Philiph Bosco, Laura Linney o Philiph Seymour Hoffman, que ya nada tienen que demostrar. Parece que el productor Ted Hope, impresionado por el trabajo anterior de esta mujer, Slums of Beverly Hills -obra ya de culto, me parece que inédita por estos lares-, le dio carta blanca para su siguiente trabajo siempre que tuviera humor. Quizá ese hombre de negocios no se pudo imaginar cómo combinaría tan bien drama y comedia, aunque no definiría yo así este film, donde se abre paso un humor a través de la tragedia casi sin pretenderlo. No parece haber ningún artificio en esta sencilla y emotiva película, se suceden las secuencias memorables y se respeta la inteligencia del espectador, provocando que reconozcamos nuestra triste condición de clase media y que acabemos riéndonos y superando cualquier trauma que llevemos a cuestas. A ello ayuda ese inspirado y sorpresivo final que invita a aferrarse con fuerza a la vida a traves de actos heroicos en su humanidad. Me viene a la memoria aquella frase de la gran película de Ken Loach, Riff-Raff, en que un obrero de condición precaria confiesa no tener tiempo para deprimirse ya que "eso es para la clase media". Lo social está muy presente en esta película, sin ninguna necesidad de hacer énfasis en ninguna cuestión, sugiriendo más bien, mostrando las miserias humanas y también sus consecuencias, y provocando la reflexión sobre temas vitales como la asunción de las propias limitaciones o la madurez. Jenkins ha manifestado que su intención no ha sido solo mostrar cómo enfrentarse a la muerte, sino también el vivir la vida, aunque sea de la más pequeña de las maneras (la cuestión es quién puede juzgar eso).

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