domingo, abril 27, 2008

De Michel Gondry, únicamente Olvídate de mí me gustó (sin excesivo entusiasmo, aunque es un film bello). Ni Human Nature, ni La ciencia del sueño, ni ésta patochada escasamente divertida, que se acaba de estrenar en nuestro país, cuya premisa argumental debe alertar a cualquier ser humano mínimamente avispado (vamos, que la culpa debe ser mía). Con Rebobine, por favor, el nivel e intenciones de Gondry se acerca peligrosamente a otro director personal y modernillo (post-moderno, quizá habría que decir) como es el inefable Wes Anderson, cuyo curriculum me parece una auténtica tomadura de pelo (bueno, a excepción de la divertida y entrañable Rushmore; ¡vaya, siempre salvo alguna obra de esta gente!). En Rebobine, por favor, no sé muy bien qué es más irritable; si la historia de dos tipos incalificables que se dedican, en un videoclub, tras perder todo el stock (¡en VHS!; y mejor no les cuento por qué echan a perder el material magnético), a rodar sus propias versiones de films archiconocidos (por ahí andan: Los cazafantasmas, Robocop, El rey león, Paseando a Miss Daisy y muchas otras); o tal vez resulte peor las intenciones de no sé muy bien qué, si homenajear otra forma de hacer cine, reivindicar la autogestión productiva del cine de cada uno o llorar por un pasado aplastado por el progreso (con forma digital, aunque eso quizá sea una metáfora, ¡yo que sé!). Sí, la cosa podría haber sido divertida, pero es que, desgraciadamente, apenas lo es, y acaba teniendo más peso ese lado sentimental, lleno de unas buenas intenciones comunales (también cuestionables, pero eso quizá es más culpa mía, que tiendo a ser un tocapelotas de aupa) que parecen fuera de lugar en este estrafalario argumento, que tampoco acabé de apreciar. Es decir, la astracanada (que va a ser lo que pueda atraer al público) oculta las intenciones elevadas y "humanistas". Y, digo yo, que hace mi admirada Sigouney Weaver en un papel miserable (que ni siquiera parece un cameo, ni tiene la más mínima gracia) en todo esto. Da la impresión de que Gondry (al igual que Anderson) se considera tan genial que apenas tiene que revisar sus ideas, y me le imagino dando por buena cualquier toma, como una suerte de moderno y pretencioso Ed Wood. Esa película sobre el considerado exageradamente "peor director de la historia del cine", la mejor de Tim Burton, sí que era una emotiva y valiosa "reinterpretación" de algo que tal vez no tuviera excesivo valor artístico. Pero, claro, ahí entramos en un debate delicado, el de considerar qué es arte. Y tal vez me pase cuestionando muchas de la manifestaciones humanas orgullosas de etiquetarse como artísticas, pero es que algunos realizadores cinematográficos modernos no me emocionan lo más mínimo, y es por eso que me cuesta apreciar lo que hacen.

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