jueves, abril 24, 2008

Jerzy Kawalerowicz, que falleció a finales del años pasado, fue uno de los cofundadores del cine polaco después de la Segunda Guerra Mundial. A partir de 1956, estuvo al frente de la productora Kadr, que contó con figuras como Andrzej Wajda, Andrzej Munk y Kazimierz Kutz. Fue premiado en los festivales de Cannes, Venecia y Berlín, y una de sus más conocidas películas, "Faraón", fue nominada para el Oscar al mejor filme extranjero en los años sesenta. Nació el 19 de enero de 1922 en la localidad de Gwoidziec (ahora Gvozdets, Ucrania), Kawalerowicz estudió en el Instituto Cinematográfico de Cracovia y fue ayudante de varios directores hasta que realizó en 1953 su primer filme: "Celuloza", de claras influencias neorrealistas. En 2003, el Festival de Cine de Huesca le entregó el premio Luis Buñuel en homenaje a su trayectoria y ofreció una retrospectiva que incluyó sus filmes Sor Juana de los Angeles (1961), Faraón (1966), Austeria (1983) y El rehén de Europa (1989). Su última película fue Quo Vadis (2001), no distribuida fuera del mercado polaco (¡cosa que resulta increíble!), última versión, y la más fiel, de la novela del Premio Nobel de su misma nacionalidad, Henryk Sienkiewicz; se trata de la mayor producción de la historia del cine polaco, constituyendo un esfuerzo digno del mismo Holllywood, ya que utilizó la más moderna tecnología y llevó a cabo su rodaje en diversos escenarios de Túnez, Francia, Italia y Polonia. Maestro de la forma, visionario, se lo llamó "reconstructor de mundos destruidos"; Kawalerowicz fue nominado al Oscar con Faraón, ganó el León de Plata en Venecia con Sor Juana de los Angeles y obtuvo el Oso de Plata en Berlín con "Muerte de un presidente". Doctor Honoris Causa por la universidad de La Sorbona de París, Kawalerowicz fue uno de los directores que mejor supieron captar la atmósfera de las obras literarias, algo que lo convirtió en uno de los grandes adaptadores de novelas en el cine europeo. Desgraciadamente, la obra de este gran cineasta ha sido casi ignorada en Occidente, prácticamente reducida a dos obras: Madre Juana de los Ángeles y Faraón (y, ni siquiera eso en España, ignorado y mutilado por la censura franquista). Madre Juana supone una elegante reconstrucción histórica del conocido como caso de los demonios de Ludun (también llevado al cine, de forma tan diferente, por el británico Ken Russell) y Faraón es una excelente fábula sobre el poder político y las distintas formas que adopta convertido en espectáculo. Otras películas de Kawalerowicz recogen la cotidianidad en la sociedad comunista, Tren de noche (1959), o las dificultades laborales en el propio comunismo, Celuloza (1954). En Muerte de un presidente, aborda los problemas de la Polonia contemporánea a través del asesinato de un dirigente político en 1922, tocando cuestiones como la falta de representatividad de sus líderes políticos, su dependencia de la URSS o el peso de la Iglesia. Se impone una tarea de recuperación de la imprescindible obra de este gran realizador.

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