miércoles, abril 09, 2008


La popularidad, hoy en día, del escritor y dibujante de cómics Frank Miller (y parece que ahora también director de cine, si es que la adaptación que se hizo de Sin City se puede considerar una película) quizá ha hecho que se edite un tebeo (o novela gráfica, como le dicen ahora) que trata de adaptar lo que no le dejaron hacer en su momento con la secuela de Robocop. Allá por el año 1987, los que acabábamos de leer el magistral The Dark Knight (donde reinventaba el personaje de Batman y exploraba unos cauces absolutamente transgresores en el bizarro género de superhéroes) pudimos ver cómo se estrenaba una fascinante película de ciencia ficción que recordaba en muchos aspectos el cómic de Miller. No pudo ser casualidad que el guionista fuera contratado para la secuela de la película de Verhoeven, dirigida por Irvin Kershner (que ya dirigió la segunda entrega de cierta saga galáctica, considerada por muchos superior a la original). La segunda entrega de Robocop resultó más bien decepcionante, inferior a su predecesora, aunque supo seguir explotando las buenas ideas de la saga: la absoluta corrupción capitalista (la gran compañía responsable de la tecnología policial, pero también de todos los sectores para el consumidor, va a comprar la ciudad de Detroit, absolutamente endeudada), la definitiva degradación moral de la sociedad debido a la miseria de un futuro cercano a la distopía (Miller se atreve a presentar a críos como delincuentes e incluso dirigentes del crimen organizado, pero quiero ver una puerta a la esperanza al dibujar un contexto amoral), la vinculación del poder con el mismo crimen organizado y un sistema económico que ha llevado a gran parte de la ciudadanía a la pobreza (un impagable diálogo entre delincuentes, los cuales se quejan de la escasez de su botín, alude a que la mejor forma de robar es la libre empresa), la utilización de la droga para mantener domesticadas a las personas... El personaje de Robocop quizá pudiera haber sido creado como un mero divertimento, y muchos pueden considerarlo como simple apología policial, pero la buena mano del guionista Edward Neumeier (responsable también de otra película de Verhoeven, esa maravilla satírica llamada Starship Troopers, que partía de una base literaria más bien fascista) supo otorgar de profundidad al personaje y al futuro donde actúa. No sé lo que quedó de Neumeier (que parece que también escribió su propia versión de la secuela) y lo que hay de Miller en Robocop 2, pero el resultado es bastante estimable si lo comparamos con el cómic publicado recientemente, Robocop's Frank Miller, que utiliza como reclamo la censura de Hollywood, que me ha resultado confuso y carente de ideas. Como descargo del genial escritor y dibujante de Ronin o 300, diré que la supuesta adaptación del material original la han hecho otros.

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