jueves, mayo 01, 2008

Alan Moore ha vuelto a desvincularse de una adaptación de sus obras, en este caso de la gran Watchmen (¿hay algo en este escritor de cómics que no sea grande?). Después de despotricar sobre el primer guión que leyó para V de Vendetta (desconozco qué opinó de la posterior película que no llevó su nombre en los créditos, a mí me gusta bastante), ahora desconfía de la versión fílmica que Hayter y Snyder están haciendo de sus superhéroes delirantes (para quien no lo sepa, Moore dijo ya hace muchos años que para él un superhéroe es un fascista). Desde luego, los fotogramas que han visto la luz de la película tienen una pinta excelente, y los que flipamos en nuestra adolescencia con esa maravilla de cómic, y además nos apasiona el cine, llevamos tiempo esperando ver una buena película de la obra de Moore. Una historia de una complejidad y actualidad que esperemos no haya sido banalizada por el mal hacer de Hollywood, en aras de captar a todo tipo de público. Watchmen marcó una época en la historia de los cómics, influyó notablemente sobre todas las artes narrativas (cine incluido) y ha sido galardonada con premios literarios tan prestigiosos que deberían hacer recapacitar a los que todavía desdeñan el noveno arte. El título de la obra alude a la reflexión lanzada sobre los autodenominados justicieros superheroicos (arquetipos casi moralmente inamovibles hasta entonces), y sobre el concepto de autoridad en general, con la pregunta: ¿Quién vigila a los vigilantes? (Watchmen, en inglés). Resulta impagable la visión que se hace de los superhéroes como seres emocionalmente desequilibrados, desubicados socialmente y de ideología ultraconservadora, así como la visión que Moore plantea del único personaje con superpoderes (trasunto tal vez del superhombre kryptoniano, aunque con poderes temporales más complejos), que desequilibra la Guerra Fría a favor de los Estados Unidos (otra frase memorable escrita en el abundante material literario que hace de apéndice a la obra es "Dios existe y es americano"). Las diferentes concepciones que de la justicia y de la moral se dan en Watchmen, a través de sus múltiples personajes (el socialmente más admirado no deja de ser un utilitarista capaz de sacrificar multitud de vidas, o el más marginado, sin vida propia, resulta un fanático integrista que jamás abandona sus principios), hacen prever una inevitable reducción en su complejidad (que no tiene porque suponer trivialización) en el guión elaborado por David Hayter (cuyos créditos en las dos primeras partes de los X-Men no me disgustan). Snyder, por su parte, ha demostrado su buen hacer como director en varias películas (tomándose en serio otra adaptación de un cómic, como es 300) y creo que se puede confiar en que el resultado final sea óptimo (esperemos que no sea simplemente eso, y resulte tan brillante como el cómic, asunto harto difícil).

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