sábado, diciembre 29, 2007



De las cuatro versiones de La invasión de los ladrones de cuerpos, la mejor sigue siendo la original dirigida por Don Siegel, aunque la de finales de los 70, dirigida por Philiph Kauffman, no es nada desdeñable (con el inolvidable gritito final de Sutherland). Por otra parte, yo creo que este hombre ha estado muy sobrevalorado en su carrera. Recordaremos que Eastwood dedicó su estupenda Sin Perdón a sus maestros Siegel y Leone (a Sergio y Don), cuando yo creo que supera con creces a ambos en este western y en tantas otra obras dirigidas. Del segundo, solo me quedo con esa otra gran película de gangsters que es Erase una vez en América.


La película de Siegel es del año 56, con el apogeo de la caza de brujas de izquierdistas del senador McCarthy y la histeria general ante los rojos que proliferaban por doquier. Además de la guerra fría, estaba también la amenaza nuclear, y el género de ciencia-ficción se hacía eco de todo ello. El caso es que el miedo al comunismo se mostraba patente o de forma alegórica (invasión extraterrestre) en muchas películas. Se habló durante mucho tiempo de la película de Siegel como una clara fábula anticomunista, ya que los extraterrestres pretenden eliminar la voluntad personal para favorecer a la colectividad y dicha ideología podría prender en las personas de manera irreversible. Yo disfruté de la película siendo un crío y, naturalmente, se me escapaban tales interpretaciones que solo comprendería años después. Sin embargo, después de una reciente visión, y desconociendo otras interpretaciones plausibles, me ha parecido ver un claro reflejo de la paranoia anti-rojerío (y que ha seguido sufriendo, con cambios de enemigos diversos) que sufrió la nación más poderosa del planeta. Digamos que la alegoría puede desplazarse hacia una fábula anti-mccarthysta, y tal interpretación cobra peso si conocemos a las personas que participaron en la producción. El guionista Daniel Mainwarning sufrió en sus carnes la caza de brujas, siendo despedido de la RKO por Howard Hughes por sus ideas izquierdistas y manifestaría que, efectivamente, quiso plasmar en su guión la histeria colectiva que sufrió el país, la auténtica amenaza que haría sumirse a las personas en el conformismo.


Hay que decir que el final feliz (prólogo y epílogo en el hospital) que tiene esta película fundacional fue añadido posteriormente por el guionista, conminado por el productor Wanger. La versión de Kauffman mantendría el final original, mucho más impactante, y daría sendos cameos al protagonista y director de la versión de 1956. En 1993, el heterodoxo Abel ferrara dirigió una decepcionante versión situada en un campo militar (tratando de desplazar esta vez la amenaza) y una reciente dirigida por el alemán Oliver Hirschbiegel (El hundimiento) parece que no merece muchas palabras.

sábado, diciembre 22, 2007

Hacia tiempo que no me invadía esta sensación despues de haber asistido a una sala de proyección y creo me faltan palabras para describirla. Yo reconozco que soy, en general en la vida, exigente, quizá exagerado, pido demasiado a eso que llaman arte y en el cual, perdónenme los muy habituales devoradores de palomitas que desean pasar un par de horas de simple entretenimiento y evasión, incluyo al cine.

Era casi un chaval, habitual devorador del género, cuando me fasciné por una novela llamada Soy leyenda, fundacional tal vez en un modelo que sirvió a George A. Romero para crear su ya mítica La noche de los muertos vivientes y que ha sido repetido hasta la saciedad, siendo quizá Romero el que con mayor fortuna y ambición ha sabido plasmar la amenaza zombie (o similar) en el celuloide.

Ésta muy valorada novela fue escrita por Richard Matheson, autor de las también adaptadas al cine y excelentes novelas El increíble hombre menguante, La mansión del infierno o el relato corto El diablo sobre ruedas, que también haría múltiples guiones para cine y televisión.
Soy leyenda ya había sido adaptada en otras ocasiones: una parece que muy fiel del año 64 con Vincet Price, la muy conocida versión con Charlton Heston (que a mí no me gusta, pero que al menos tienen la vergüenza de cambiar de título) e incluso un corto español del año 67, que aparece en el imdb, de la Escuela Oficial del Cine.

Pues bien, dicen que avalada por el propio Matheson (cosa que no me creo, a no ser que el escritor sea, como diría Burt Lancaster en cierto western, "uno de los hombres más corruptibles"), llega una nueva adaptación realizada con muchos medios (la perversión de la tecnología digital también influye en el desastre). No sé muy bien como empezar a contar el cúmulo de despropósitos que resulta la película protagonizada por Will Smith (actor que, a poco que se esfuerce, será cojonudo; posee un voz excelente sin nada que ver con el que creo que es su doblaje desde los tiempos de la serie de TV que le dio a conocer). Hay quien ha alabado el comienzo del fin (la atmósfera, dicen), no es que sea gran cosa es que comparado con lo que viene después se convierte en algo medianamente valorable.

Miren, no voy a insistir en la mediocridad de todo de lo que se compone el film, copiado de películas mil veces vistas, de la "brillante" idea de convertir a los infectados (en la novela, se les consideraba vampiros y se daba una explicación científica al vampirismo, otra virtud del original) en monstruos digitales de increíble fuerza y agilidad (la explicación brilla por su ausencia, así como de la inteligencia de estos nuevos seres), de convertir al protagonista en un militar que mata sin compasión (sí, en la novela también pero el estremecedor final hace que todo cambie y que nuestros valores sean puestos en entredicho)... no voy a insisitir en toda la mierda de esta película que sería inacabable, y con más motivo si la comparamos con su origen literario.
Voy a hablar de la traición y perversión intelectual que supone cambiar un final extraordinario en aras de dar rienda suelta a los peores defectos de Hollywood: banalización, violencia irreflexiva e incapacidad para transmitir ideas (más allá de no sé si llamarlo "pensamiento único", o qué coño llamarlo). Les aconsejo que lean ustedes en estas fiestas la novela de Matheson y no asistan a ver su adaptación, por lo que no atiendan a mi última explicación.

El final del relato literario es una reflexión sobre el concepto de "monstruo", definido por lo que la sociedad considera la "normalidad". Robert Neville, el último ser humano sobre la tierra, es finalmente juzgado por una nueva civilización nacida a partir de un punto evolutivo que se había considerado enfermedad en un principio. Neville, que había asesinado a multitud de esos seres, es el monstruo criminal convertido en leyenda que asusta a los niños.
En esta película incalificable, su leyenda es haberse convertido en un héroe que inventa un antídoto para salvar a la humanidad. No me digan ustedes que no es para echarse a llorar.

jueves, diciembre 20, 2007


Yakov Protazanov (1881-1945) fue uno de los primeros realizadores rusos, dirigió más de 80 largometrajes, algunos de elos considerados obras de altura.

Ya está disponible una edición en DVD de Aelita, interesante película muda de Protazanov que se convirtió en la más ambiciosa y costosa en su momento en la Rusia revolucionaria. Inspirada en un texto de Alexei Tostoi, la película es una curiosa pieza del género de ciencia ficción que sentaría las bases del género en muchos aspectos, pero que también posee pretensiones realistas y lanza una reflexión sobre las revoluciones que no gustó en su tiempo a los estalinistas.

El delirante argumento hace que un soldado bolchevique viaje a Marte para, con la ayuda de la reina Aelita, liderar una revolución proletaria. Pero los auténticos motivos de la reina son acabar con un dictador para ponerse ella en su lugar. Hay quien ha visto esta cuestión como un trasunto del camino llevado a cabo por el Régimen comunista ruso liderado por Lenin.

lunes, diciembre 03, 2007

Pues me gustó la nueva película dirigida al alimón por Jaume Balagueró y Paco Plaza, cuyo curriculum no me causaba muy buena espina (y no lo digo porque dirigieran, también de manera conjunta, algo relacionado con cierto concurso televisivo de voces cantarinas). "Rec" es una buena fábula de terror, dirigida con pocos medios y bastante talento (que suelen ser, desgraciadamente, inversamente proporcionales en el género de terror), con un estrafalario sentido del humor a veces fallido y que deja muy buen sabor de boca al estar estupendamente resuelta. Resulta obvio que no hay nada original en esta película (como tampoco lo hay en esa otra artificiosa y sobrevalorada película que es "El orfanato"; los directores de ambas películas han reconocido sus reiterados homenajes), pero a quién le importa a estas alturas, se agradece mejor el talento que la capacidad de sorpresa o las buenas intenciones; de hecho, los americanos, tan faltos de ideas ellos, ya se han apresurado a comprar los derechos para un remake y resulta más bien estúpido: no creo que se pudiera perseguir jurídicamente a alguien porque realizara una historia de una reducido grupo de personas sitiadas en una casa y con una amenaza zombie de por medio.

Se dirá de la absoluta falta de pretensiones de esta película y es cierto, pero quizá se haga de la necesidad virtud en su afán de meter en una coctelera otras películas modernas del género. Como este blog apuesta por la presencia de ideas en el cine y niega a los devoradores de palomitas que solo quieren pasar el rato, voy a tratar de llevar la cosa a mi terreno, con ciertas presencias que quiero ver en esta película de terror español (que ya está más que hibridado con lo que se hace allá en el imperio): la amenaza más cientifíca que zombie tipo "28 días después" (y su estimable secuela), la propia amenaza que resulta también las casi invisibles fuerzas del Estado que sacrifican sin explicaciones a un grupo de ciudadanos, la mezquindad xenófoba que asoma en casos de riesgo y la falta de colaboración para afrontarlo en ese paradigmático grupo vecinal, la virtud del guión para rondar lo sobrenatural sin caer en el ridículo (virtud que no termina de tener esa sobrevalorada película mencionada más arriba) y tener una coherencia final cristalina sin dar muchas explicaciones. Por no hablar de la columna vertebral de la historia, un reportaje para un sensacionalista programa televisivo; la labor periodística se relata sin enfatizar demasiado en la supuesta crítica mediática (otra virtud).
Sí, todo ello más bien previsible y estereotipado, pero bien resuelto.

Si quieren pasar un buen rato, vayan a ver esta película. Y, por favor, no hay ninguna necesidad de eludir la reflexión, incluso en este género. Eso digo yo.