jueves, febrero 28, 2008

Tengo por costumbre ver las películas en versión original. Maravilloso invento también el DVD por permitir esta opción; incluidos los subtítulos, con la excepción de algunas ediciones que todavía se encuentran por ahí circulando, imagino que de las primeras que se realizaron. Solo a un imbécil se le ocurre hacer una edición en DVD para España y no incluir subtítulos en castellano.
En cuanto a las salas que proyecten películas en versión original subtitulada, desgraciadamente, continúan siendo pocas y pequeñas, eso sí con su público fiel. Eso, en las grandes ciudades.

Hay que decir que el doblaje, por mucho que se empeñen, es una perversión de una obra original. Las bandas de sonido es una parte importante de las películas y las voces de los actores resultan primordiales para valorar su trabajo.
La inmensa mayoría de las personas de este país verán al encumbrado Javier Bardem (¿han descubierto los Coen a este gran actor?; por otra parte, ¿ha descubierto Hollywood ahora a los Coen?) con su trabajo mutilado en grandes proporciones.

Observen ustedes el increible trabajo de voz del actor:


Y vean ahora la versión doblada por Jordi Boixadeiras, la que escucharán la inmensa mayoría de los españolitos, alentados por los Oscar otorgados a No es país para viejos:


Entre las defensas del doblaje, se encuentran la que alude a la distracción que provoca la lectura de los subtítulos y la imposibilidad de que éstos contengan todos los diálogos. Bueno, se da por hecho, con estos argumentos, que no se conoce el idioma original, ¿no?. No están muy interesados en difundir que la potente industria del doblaje que hay en este país se la debemos en gran medida, a pesar de su comienzo en los años 30, a la dictadura de Franco, deeseosa de afianzar el nacionalismo españolista a través de la identidad lingüística y de controlar los contenidos de productos extranjeros ya de paso (como ocurrió en otros regímenes fascistas, como Italia y Alemania).
Por lo menos, habría que potenciar el respeto a la cultura, y a cómo se concibieron las obras originales, lo suficiente para que la versión original vaya ganando adeptos.

lunes, febrero 25, 2008

He de reconocer que hace tiempo que no seguía a un director, venerado hace años por el joven izquierdista que yo era, como Ken Loach. No recuerdo una película mala de este hombre, pero en algunas de ellas bordea tal vez el maniqueísmo, a pesar de lo obvio de sus denuncias anticapitalistas.

En el caso de "En un mundo libre..." (o, para ser más exactos, la traducción literal del título original: "Esto es un mundo libre...") nos encontramos a un Loach, y a su guionista habitual de las últimas películas Paul Laverty, en buena forma y que, de alguna manera, parecen pretender un cambio de registro. Esta vez, la idealizada clase trabajadora no es la protagonista de la historia (por supuesto, es la víctima, para concretar más los inmigrantes), sino una empleada treinteañera que decide subir puestos en el escalafón social y montar su propia empresa de trabajo eventual. Por supuesto, con ello asistiremos a un grado de corrupción moral que no parece encontrar límites y ahí tengo algún pero, cuando Laverty y Loach construyen el retrato de una persona harta de que la exploten y decide pasar de víctima a verdugo sí, pero con alguna intención "humanitaria". El cambio de registro del personaje no me queda claro: ¿falta absoluta de escrupulos? (con alguna secuencia que podía haber sido más sutil) o ¿sinceridad en su intento de ayudar en situaciones extremas?. Tal vez se nos quiera decir que en este último caso el personaje no es sincero y también aprovechado, pero es exigible mayor dimensión y menos maniqueísmo, no todo vale para enfatizar el mensaje de denuncia. Por otra parte, una ruptura "violenta" en la parte final de la película (que no voy a desvelar), también con intenciones didácticas (la explotación conlleva lo que conlleva), y que podría suponer la justificación (que no aprobación, a ver si entienden algunos la diferencia) de las acciones violentas de los oprimidos, he de reconocer que hizo que tomara algo de "vidilla" el film a mis ojos. Por otra parte, es agradecible que se recuerde que todos formamos parte de un sistema injusto, sin dejar de mostrar quienes lo sufren en mayor medida y quienes optan por decisiones de mayor calado moral en su propio perjuicio, y que somos los consumidores los que nos aprovechamos y sustentamos en última instancia tanta explotación capitalista.
Hay un detalle de guión que me ha gustado especialmente, sin tratar de desvelar nada y haciendo tal vez una lectura demasiado especial por mi parte, y es cuando el padre de la protagonista le habla de los inmigrantes, de la situación de sus países y de su buena formación para hacer determinados trabajos. La nueva empresaria, en una tergiversación del discurso recriminatorio que le están haciendo, viene a acusar sutilmente a su interlocutor de xenofobia. He querido ver en esta secuencia, situada en un parque donde pasean padre e hija y con la presencia del nieto (al que su madre quiere otorgar un futuro a cualquier precio), una acusación a ciertas mentalidades progres y aburguesadas.
Los actores en las películas de Loach suelen estar admirablemente brillantes, desconocidos para mí en este caso, y ayudan muchísimo a la veracidad de este cine naturalista del que el realizador inglés es uno de los mejores exponentes.

Otra buena película de Loach, pero la cuestión es si la pretensiones de denuncia de este tipo de cine van más allá de sus fieles, convencidos ya (con diferentes grados de acomodo, supongo) de que no vivimos en el mejor de los mundos.

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jueves, febrero 21, 2008

Clandestinos, de Antonio Hens, es algo incalificable. El caso es que la película, de puro mala y delirante, acaba resultando casi simpática. Yo he de reconocer que solté la carcajada en varias ocasiones, en secuencias tan vergonzantes como atrevidas. El propio título , que parece remitirnos a cine social del serio y duro, tipo Fernando León o Javier Corcuera, resulta toda un declaración de intenciones por parte de los protagonistas, aprendices de terroristas, y de los guionistas, con intenciones, digo yo, paródicas y satíricas. Incluso el cartel del film parece hecho para despistar. No sé, vista la película, no creo que haya nadie que pueda tomársela en serio, pero tal vez haya demasiado juego previo al despiste.

La historia de tres chavales, un moro, un sudaca y un vasco aprendiz de gudari, que se escapan de un centro de menores de Ciudad Real y acaban en Madrid tratando de volar la megabandera rojigualda de la plaza de Colón, con un sorpresa final para el protagonista -que, además, es gay y lo mismo se lía con un maduro etarra que con un mando de la guardia civil, je, je- tan disparatada, a nivel sicológico, como el resto del guión. Si el propósito es ser grotesco, irreverente, escandalizar, desmitificar temas "serios" -que escuecen a más de un cretino-, todo ello sin, espero, ninguna pretensión y con escasa base, creo que la película se merece al menos un aprobado.
Algunos diálogos, precisamente los que parecen más serios en esta especie de melodrama esperpéntico, son penosos en su escritura y en su interpretación, pero frases como "no teníamos bastante con los lating kings y los ultras, para que nos venga ahora la kale borroka" -en boca de Antonio Dechent-, "el fanatismo encuentra cualquier fisura" -en la de Galiardo, todo serio y con afán didáctico en su rol de "poli bueno"- o "son un vasco y un moro... ¡todo encaja!" -cuando un personaje, quizá demasiado lector de la prensa amarilla, descubre a los "terroristas"- hace que se mantenga a flote el esperpento.
A diferencia del cine de Eloy de la Iglesia -con quien se ha comparado a Antonio Hens-, no tiene la película demasiadas intenciones sociales ni pedagógicas. El centro para menores reincidentes, el empuje a la delincuencia en jovenes inmigrantes, el retrato policial -quizá Dechent sí encajaba en cualquier film del director de Navajeros-, todo queda diluido en el desvarío argumentístico. Quizá donde la cosa resulta más creible -y más temible, en su simpleza y en su barbarie- es en el retrato de las auténticos terroristas: "soy la mano de todo un pueblo", le suelta el veterano etarra al protagonista, cuando éste le reprocha sus actos asesinos.

Un viejo proyecto del fallecido Eloy de la Iglesia, llamado Galopa y corta el viento, trataba del amor entre un etarra y un guardia civil. Antonio Hens trabajó en el guión de Los novios búlgaros, la última película de de la Iglesia, pero parece que ha desmentido que Clandestinos tenga algo que ver con aquel guión que nunca se pudo llevar a la pantalla.
Hens dirigió hace años En malas compañías, un estupendo corto, protagonizado por algunos de los actores de Clandestinos, y obtuvo un producto tan redondo, que ha afirmado en alguna ocasión que su éxito le ha acompañado como una losa en este tiempo previo a dirigir su primer largometraje.

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miércoles, febrero 20, 2008


Como una experiencia más socializadora, de la revolución libertaria, ocurrida en España a partir del 19 de julio de 1936 se encuentra, sorprendentemente, la de la producción cinematográfica. Una producción que fue mucho más rica de lo que se puede pensar, en manos de los trabajadores, con la realización de films no solo al servicio de una revolución -indisociable, no lo olvidemos, del conflicto armado contra el fascismo-, sino incluso con la curiosa elaboración de películas de genero que pretendían competir con el cine burgués, las llamadas películas "base".
La superioridad productiva y coherencia de la ciudad de Barcelona en comparación a la capital fue notoria, debido a la hegemonía de la central formada por la CNT y la SUEP (Sindicato Único de Espectáculos Públicos). En Madrid, en cambio, existía una mayor diversidad y, a la postre, ineficacia y desorganización. Se puede hablar de más de un centenar de títulos, que hace que el cine anarquista no tenga parangón con ninguna otra organización política, sindical o gubernamental, lo que supone una valiosa muestra de la clase de organización promovida por cientos de miles de hombres y mujeres unidos por una voluntad libertaria. Ramón Sala Noguer en su libro El cine en la España republicana durante la guerra civil habla de dos grandes bloques en esta producción que nos trata: los reportajes de retaguardia y guerra, a los que puede añadirse como subespecie, los documentales de divulgación y adoctrinamiento, y los ya mencionados films base, así como los de complemento también de ficción, pero de menor duración que acompañaban a la primeros en la programación.
Parafraseando a Alejandro Montiel en su artículo “Patrimonio incuriado” (Revista El Viejo Topo, noviembre de 2000): “Rescatar de la incuria en que se halla el rico y elocuente patrimonio cinematográfico del anarquismo español producido entre 1936 y 1938, así como exigir su difusión en todos los ámbitos -no sólo en los minoritarios, como las Filmotecas españolas y extranjeras, sino también, y sobre todo, en las escuelas, institutos, universidades y en las televisiones públicas- no nos parece una tarea en absoluto postergable”. Se trata de un deseo muy loable, pero tal vez demasiado ingenuo, exigirle al poder que difunda experiencias que van enfrentadas a su naturaleza, eso por no hablar del bloque único existente en este país con la intención de olvidar una revolución anarquista que, jamás nos cansaremos de repetir, existió con mayúsculas.
Valga, como una prueba más, esta valiosa producción en el ámbito del celuloide.

lunes, febrero 18, 2008

El éxito en la capital del imperio de un gran actor como Javier Bardem está sufriendo una saturación en los medios. Sin lugar a dudas, es el mejor actor español de su generación -y, quizá, está entre los primeros del mundo- y ya era cojonudo cuando hizo, hace doce o catorce años, películas como Días contados o Éxtasis. Para mí, subió al olimpo al protagonizar magistralmente excelentes films como Los lunes al sol o Mar adentro.
Además, el corpulento actor parecía una persona interesante -no, no he comido nunca con él, así que juzgo por su carrera cinematográfica, a veces da la impresión de poder hacerse una idea de la persona través de su comportamiento profesional -, que elegía proyectos cuidadosamente y los resultados han sido en la mayoría de los casos óptimos-.
Ahora, después de un gran trabajo en la última película de los Coen, el reconocimiento es un hecho con múltitud de premios y, seguramente, el Oscar -aunque hay que recordar que para interpretar al asesino Anton Chigurh se inspiró en George Bush Jr., je, je, lo que puede jugar en su contra-. Unas declaraciones recientes, en las que el actor afirma que trabajar en Hollywood es crecer como actor, junto a su inexplicable relación con esa actriz española que decidió buscar acomodo en la "fábrica de las ideas" hace que podamos augurar un futuro de Bardem más cercano a la industria norteamericana.
¿Será Javier Bardem un nuevo Banderas? No, desde luego, no es un actor discretito como el malagueño y no creo que decida convertirse en una mercancía para realizar multitud de películas mediocres. Quiero pensar que Bardem no juego a eso y no hay que olvidar que ésta es su tercera nominación al Oscar y que es indudable que si hubiera querido adoptar esa vía hace tiempo que lo hubiera podido hacer; se atrevió a rechazar hace unos años al propio Spielberg, en el film Minority Report, un papel que acabaría haciendo Colin Farrell.
Espero que el gran actor pueda seguir eligiendo sus proyectos conforme a su calidad y siga trabajando con directores de la talla de Amenábar, Fernando León, Michael Mann, Milos Forman, los Coen o Woody Allen. Parece que entre sus próximos trabajos está el próximo film de Coppola -al padre me refiero-, que espero que recupere algún día la maestría de los dos primeros padrinos -un crítico cachondo dijo una vez que tal ver acabáramos recordándolo como el padre de Sofía-.

Otro joven buen actor, que también ha currado ya con algunos nombres grandes, como Eric Bana -en Troya se comía al narcisista insoportable Pitt y al insulso asesinable Bloom- ha estado en Madrid promocionando Las hermanas Bolena, un film cuyo único atractivo para el que subscribe es la presencia de dos de las actrices jovenes más atractivas -en todos los sentidos, of course- del cine actual.
Bana se queda con las dos, yo prefiero a nivel cinematográficamente a Natalie y para todo lo demas a Scarlett.

sábado, febrero 16, 2008

Dos decepciones a medias, las de las últimas películas de directores clave del cine estadounidense contemporáneo.

No es país para viejos no es un film, ni por asomo, redondo. Los amantes del cine somos muy aficionados a poner etiquetas y se ha hablado de "moderno western fronterizo", "road movie" y cine negro. Se la ha llegado a comparar con otras películas de los Coen, como Sangre fácil -su ya lejana estupenda opera prima-; esa sí, homenaje a la mejor literatura de género negro, con ecos de la magistral Perdición. No veo yo la relación con ambas películas. No es país..., ni posee el magnífico humor negro de Fargo, ni su riqueza y definición de personajes, ni tiene tampoco la concisión y perfeccion de guión de Sangre fácil. Es más, diré que me parece una película sumamente imperfecta, con una ruptura en el tramo final que me descoloca -iba a decir "descoloca al espectador", pero la película ha gustado tanto que no sé si seré el único- y con unos diálogos, seguramente presentes en la novela con más explicación, que contribuyen a no saber del todo lo que se ha querido contar. Desde luego, hay momentos magníficos -por otra parte, como siempre en el cine de estos hermanos, incluso en el más flojito-, casi todos protagonizados por un Bardem enorme, que da vida a un personaje que parece representar el mal es estado puro y la arbitrariedad que conlleva y con unos extraños principios y moralidad. Por otra parte, ese tono desesperanzador, desasosegante, con intentos fallidos de humor negro, con un mensaje que parece añorar el pasado de una poderosa nación edificada -como todas- con el aplastamiento de otros seres humanos, unido a su excesiva pretenciosidad, a esa última parte, en mi opinión, bastante fallida y a lo que solemos esperar de los Coen hace que me quede un mal sabor de boca.

There will be blood -insisto, la imbecilidad del título español me remueve todo, más después de ver una película que tiene poco de épica- me ha producido algo parecido. De nuevo, nos encontramos ante una obra tremendamente ambiciosa, situada en los comienzos del siglo XX, curiosamente rodada en la misma zona de la película de los Coen, que construye un protagonista de esta historia de petroleo hecho a sí mismo en su ambición y maldad absolutas -quizá, lo mejor de la película es cuando se destapa definitivamente la careta de un personaje inicialmente ambiguo-. De nuevo, estamos ante una película perturbadora, excesivamente sangrienta -lo de la violencia en el cine, merecería un comentario aparte-, todos los adjetivos que he utilizado anteriormente para No es país..., pero quizá, a pesar de lo plúmbea que resulta el guión y la realización en muchos momentos -atención también a la machacona música, que parece enfatizar y otorgar personalidad a ciertas secuencias, no creo que lo consiga del todo-, estamos ante una película mucho más redonda, que sabe con firmeza lo que quiere contar, en la que yo creo que Paul Thomas Anderson ha hecho exactamente la película que ha querido. En mi opinión, tanta violencia -en algún momento, parece que estamos ante el Bill "el carnicero" de Gangs of New York-, especialmente en la parte final, es un error, y el excelente Daniel Day Lewis se muestra al borde del exceso -aunque creo que le supera en histrionismo el joven Paul Dano-. No obstante, ayudan un poco a limar la excesivas asperezas del guión, con ese retrato de un tipo supuestamente unidimensional en su maldad y ambición, algunas sutilezas donde adivinamos que, si bien el personaje ha caído en la degeneración moral más repugnante, con un poder desmedido, quizá sus sentimientos no han sido siempre los mismos -"odio a casi todo el mundo", comenta ya avanzado el metraje, y parece estar convencido de haber querido cultivar voluntariamente ese desprecio a sus semejantes-.
Daniel Day-Lewis es un actor fascinante, que se prodiga poco -se habló incluso de retiro-, pero que ha trabajado con nombres, nada menos, como Frears, Ivory, Kaufman, Sheridan -por tripiclado-, Mann, Scorsese -por duplicado- o el propio Anderson, joven y excelente guionista y director, con una filmografía extraña, heterogénea y muy personal.

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viernes, febrero 15, 2008

No tengo reparos en decir que no soporto la mayor parte del cine de Tim Burton -sí, a mí también me encanta Ed Wood-. No soporto a su musa Helena Bonham Carter. Y no soporto la tendencia al histrionismo de su otra musa Johnny Deep. En fin, ahí queda dicho para la legión de fans, góticos -o siniestros, desconozco la diferencia- o no, de este señor. Hoy estrenan Sweeney Todd, una adaptación que, aparentemente, le venía como anillo al dedo.

También estrenan hoy, al menos en Madrid, Clandestinos, de Antonio Hens, que Jordi Costa pone a parir y de la que se dijeron unas cuantas estupideces en su paso por el Festival de Cine Lésbico y Gai del año pasado. Pues me apetece verla, no tardaré, ya que imagino que durará un suspiro en cartel.

En la Berlinale proyectaron Caos calmo, dirigida por Antonello Grimaldi y escrita y protagonizada por Nanni Moretti, al que le tenía perdida la pista desde la muy estimable La habitación del hijo. Moretti, especialmente cuando deja a un lado sus lloros por el fracaso e hipocresia de la izquierda parlamentaria, es un cineasta con buenas películas como la deliciosa Caro diario o Abril -con la que, inevitablemente, algunos le consagraron, en un alarde de originalidad, como un Woody Allen europeo-. Parece que la imbecilidad vaticana entra en juego de nuevo, ante una escena subida de todo de Caos calmo. Pueden ustedes reírse a pierna suelta si les digo que no sé qué imbecil miembro del clero les ha pedido a los actores y actrices que hagan valer su objeción de conciencia ante escenas que transgredan el sexto mandamiento. Moretti ha manifestado su asombro por el revuelo que han causado los medios ante el asunto. Creo que el periodismo debe ser tan mezquino en Italia como en este país llamado España.
Lo más importante es que tengamos pronto oportunidad esta película que, por lo demás, ha gustado mucho en su pase por el Festival de Berlin y que tiene pinta de poseer, como la mayor parte de la obra de Moretti, importantes valores artísticos y humanos.
Me han entrado ganas de volver a ver La habitación del hijo.

Lo haré este fin de semana, junto al díptico de Clint Eastwood sobre la 2º Guerra Mundial.
Ahora les dejo, parto con ansiedad a la proyección de "There Will Be Blood" -me niego a reproducir el estúpido título español-.

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miércoles, febrero 13, 2008

Palmó Roy Scheider. Por no caer en el tópico y mencionar solo su mítico sheriff Brody de Tiburón o el trasunto de Bob Fosse que interpretó en Al That Jazz, recordaré un remake que protagonizó de la excelente El salario del miedo (Le Salaire de la peur, Henri-Georges Clouzot, 1953), titulada por estos lares Carga maldita (Sorcerer, William Friedkin, 1977). Bueno, diré también que trabajó con John Schlesinger, Jonathan Demme, Robert Benton, John Badham, Paul Schrader, John Frankenheimer, Fred Schepisi, David Cronenberg… Supongo que en los últimos años el hombre trabajó en lo que pudo.

Desiguales críticas ha recibido en el Festival de Berlin la adaptación de Isabel Coixet del gran Philiph Roth, Elegy. Si repaso la filmografía de esta mujer, y exceptuando la entrañable Cosas que nunca te dije, me da la impresión de que está algo sobrevaloradilla, no me termina de convencer la utilización continua de dramas personales tremebundos en sus guiones. Eso sí, se lo monta bien para trabajar con buenos profesionales más allá de nuestras fronteras.
La que ha gustado mucho en la ciudad alemana es la nueva del siempre interesante director inglés Mike Leigh -algunas de sus pelis son excepcionales-, Happy-Go-Lucky, que parece que trata de cómo conciliar la felicidad personal con el compromiso con las tragedias de este triste mundo que vivimos. Muy interesante, huele ya a premio.

No entiendo la indignación de cierta prensa, con una intención patriótica más que ridícula, por la exclusión de El orfanato de los Oscar. ¿Cómo se puede valorar tal cosa? ¿Alguien ha visto todas las películas en juego? Desde luego, estoy casi seguro que la correcta y gélida película de Bayona no estaba entre las mejores -eso, presumiendo que esos galardones estén destinados a lo mejor del año-. Y es que los patriotismos cuando no son peligrosos son ridículos.

Pero cuántas imbecilidades seguimos tragando sobre el cine español por parte de miserables sin la menor inquietud cultural.
Lean ustedes una carta de Víctor Erice en El País e indígnense. Qué pena de cultura. Qué pena de país.

domingo, febrero 10, 2008

Todavía no me he recuperado del mazazo que supone la visión de la última película de los habitualmente talentosos Coen -pero que llevaban un par de películas flojitas, flojitas-. Ya escribiré de ello cuando mi ánimo y mi tiempo me lo permitan. De momento, prometo eludir frases como "nueva exploración de los Coen de las múltiples aristas de la cultura nortemericana". Bardem, como casi siempre, genial.

Y perplejo me están dejando las buenas críticas que recibe la nueva película de John Rambo -a Rocky decidió añadirle el apellido en su último combate, a éste ha optado por el nombre de pila; lo de los números romanos de las secuelas era ya quizá vergonzante-, dirigida por el propio Stallone. Tengo curiosidad por ver este film. Me explico. El Rambo literario -en la novela llamada First Blood, escrita por David Morrell en 1972- tenía pretensiones de denuncia que se mantienen en la primera película -aunque minimizados los asesisnatos que comete esa perfecta máquina de matar creada por el Estado- dirigida por Ted Kotcheff en 1982. Más tarde, el personaje se convertirá en el perfecto héroe de la era Reagan, siendo el vengador de la guerra de Vietnam en la primera secuela -y donde reclama un amor a la patria que considera no correspondido- y, de nuevo luchando contra la amenaza comunista, en Rambo III aliándose en Afganistán con... ¡los talibanes!. Estábamos a un suspiro de que cayera el muro, de que los gobernantes rusos pasaran a ser aliados capitalistas y de que se buscara a un nuevo enemigo que llenara el hueco que había dejado el fin del comunismo. Los cánones del cine de acción de aquel tiempo estaban lejos de lo políticamente correcto que impera en la actualidad y Rambo mataba mucho y bien en la pantalla en su combate contra los perversos rojos. Según dicen, Stallone ha mantenido esa línea en el nuevo film, auténticamente gore, y ha huido del camino fácil de buscar a un enemigo árabe. Lo dicho, curiosidad.
Resulta muy interesante hacer un estudio del cine de acción como reflejo político de cada tiempo. Muy, muy interesante y abundaría en la idea de que es auténticamente díficil sostener la idea de la industria cinematográfica como mero espectáculo y divertimento.
El cachondo de Billy Wilder dijo que si quería mandar un mensaje escribiría un telegrama. Él, que tantas geniales y feroces "diatribas" lanzó en sus películas de la condición humana y de los tristes sistemas políticos que ha generado.

Tiemblo de emoción ante la nueva película de uno de los mejores directores jóvenes, Paul Thomas Anderson, protagonizada por uno de los mejores actores, si no el mejor, vivos, Daniel Day Lewis -imploraremos para que no vuelva a su retiro-. El film se llama There Will Be Blood, traducida en un alarde épico de fines comerciales como Pozos de ambición. Otro análisis, esta vez más divertido, merece esta tendencia de las distribuidoras a poner títulos estúpidos.

miércoles, febrero 06, 2008

Me ha gustado el artículo de Alex de la Iglesia, donde responde a tantos, tantos lugares comunes en la críticas al cine español, realizados habitualmente por personas de ideología conservadora y dando por hecho que la inmensa mayoría de los cineastas son progres.

Es curioso, porque Álvaro de Luna no piensa así, y donde sí tiene toda la razón es en lo último que dice:

"Don Alvaro: ¿No le parece que una excesiva politización del cine español actual, muy escorado hacia la izquierda, hace que muchos espectadores de derecha y centro- derecha se queden/nos quedemos en casa en vez de ir al cine......? Antonio. Valladolid.
No veo yo esa parte de la izquierda. Una cosa son las manifestaciones de los que participamos en el cine, posiblemente los actores y directores de derecha no lo dicen, pero creo que en el cine derecha e izquierda estamos muy igualados. Creo que los espectadores no deben salirse ante una obra de arte, debe ser independiente de las posiciones políticas".

Lo peor es que estas manidas críticas a la "pobreza" de cine español vienen usualmente, estoy seguro, por personas con escasas inquietudes cinéfilas, que pisan pocas salas y con un claro interés político. Llamar "torpes" o "vagos" a los cineastas -se incluye aquí, digo yo, todas las profesiones dentro del sector- clama al cielo, mencionar lo de las subvenciones ya aburre -normalmente, hablando de intérpretes y realizadores, con lo cual la falsedad es manifiesta-. Como dice de la Iglesia, hablar de todo esto con la ligereza que se hace -a diario, en medios como la Cope- es jugar con las habichuelas de muchos trabajadores, se repiten medias verdades -o falsedades- una y otra vez hasta que calan en cierto público.
Insistir en las subvenciones que recibe el cine, obviando las de otros sectores como, por ejemplo el periodístico, es malintencionado.

¿Falta de diversidad en las temáticas del cine español? Otras falacias son hablar del "numeroso" cine que se hace sobre la Guerra Civil Española -lo que jode es, según ellos, que se vende ideología; pero, vamos a ver, ¿alguien piensa en otro país en hacer una película neutra sobre cualquier guerra contra el fascismo?-, sobre problemas sociales -¿algún problema en esto?, podemos repasar tantos grandes clásicos que tocan temas sociales- o, afortunadamente para mí que no sea así, del exceso de comedias tipo vodevil -mejor no hablamos de las comedias estúpidas que nos llegan del imperio-.
Valgan como ejemplo el éxito y reconocimiento de películas de género como El orfanato, R.E.C. o Los crímenes de Oxford.

martes, febrero 05, 2008

Como hay quien me acusa de extenderme demasiado en este blog, hoy solo voy a hacerme eco de la gamberrada de San Juan en la ceremonia de los Goya, que por otra parte cada vez me la pela más, buen corte de mangas a esas acusaciones de otros años de "politizar" la gala -pero, ¿hay alguien que todavía no piensa que "política es todo"?; por otra parte, viva la libertad de expresión y que cada cual diga lo que quiera en el contexto que fuere, ¿no?-.

Ya digo que no vi casi nada de la gala, pero parece que Corbacho hizo un gag malicioso sobre Carlos Boyero. Éste, se explaya a gusto hoy en El País.

También recuerdo que yo fui de los pocos que vio La soledad en su momento, ahora tendrá una segunda oportunidad en las salas.

Y ahora, para compensar tanta aspereza, un tema encantador de Juno, de la que hablé ayer, interpretado por los protagonistas.

lunes, febrero 04, 2008

Parece que Jason Reitman tiene inquietudes como director que van un poquito más allá que las de su papá. Ya nos había brindado una buena reflexión irónica sobre las grupos de presión (creo que los llamaban en la peli los "grupos de la muerte": alcohol, tabaco y armas) y la manipulación a la que todos estamos expuestos, en la sociedad de consumo por parte de intereses económicos, en Gracias por fumar.

Escrita por una joven guionista, Diablo Cody, nos obsequia ahora Reitman con Juno, otra buena película, agradable, llena de amor a la vida -pero, mirando de cara a sus numerosos problemas-, con ganas de volar por encima de la uniformización, la mediocridad y, en general, de todos aquellos moralistas autoritarios que se dignan mirar por encima del hombro a todo quisque. Los animados títulos iniciales, tan atractivos que hacen presagiar lo mejor, con el paseo de la protagonista -una menudita Ellen Page, que ya había realizado una enorme y mointerpretación en esa película tan dura que es Hard Candy- dirigiéndose a hacer su test de embarazo son ya toda una declaración de intenciones de un film muy emparentado con el universo comiquero de Daniel Clowes, que ya se llevó acertadamente a la gran pantalla en Ghost World; la comparación del dúo protagonista de la película dirigida por Terry Zwigoff con ésta de Reitman resulta inevitable: inteligencia -excesiva inteligencia y mordacidad, diria yo, para una chavala de 16 años- y derecho a la diferencia, por un lado, e integración transgresora a traves de un rol de lolita por otro -aunque, esta vez, este personaje de "amiga confidente", es mucho más secundario-.

Me parece muy conmovedor que haya una mirada amable para personajes que podrían resultar muy planitos o fácilmente ridiculizables: esa treintañera pija y ñoña -interpretada por una Jennifer Garner que me sigue pareciendo una actriz flojita- empeñada en ser madre, ese "padre de la criatura", que parece memo en un principio -y, quizá por ello, más realista en su rol de adolescente que la protagonista-, pero que finalmente es sensible y atento, o esa madrastra amante de los animales, que da la cara de manera firme y comprometida cuando es necesario. Al contrario, personajes atractivos -lo que los norteamericanos denominan "cool", muy repetido en los diálogos- son finalmente cuestionados de manera irónica y realista.
Se ha comparado Juno con los universos de otros cineastas como Wes Anderson y Todd Solondz. Rechazo plenamente al primero de ellos, sin ningún ánimo por mi parte de ser objetivo, considero que su visión tan personal suele estar más cerca de la estulticia que de otra cosa. En cuanto a Solondz, un realizador que tengo por imprescindible, tampoco es una comparación acertada, si tenemos en cuenta el pesimismo, los temas escabrosos y la excesiva acidez que caracterizan sus películas.

La banda sonora de Juno, con algunos temas interpretados por los propios protagonistas, es tan encantadora como el conjunto de la película.